Luco de Jiloca, el pueblo que lidera la revolución energética en Aragón

© El Periódico de la España Rural | Estamos en el año 2023. Todo el territorio está gestionado por las grandes empresas energéticas. ¿Todo? ¡No! Una aldea de Calamocha poblada por irreductibles turolenses resiste. Así, como las historias de los cómics de Asterix y Obelix, podría empezar la de Luco de Jiloca (Teruel, 68 habitantes), pedanía de Calamocha, en su aventura hasta llegar a ser la primera comunidad energética en activo en Aragón.

Su proyecto es el de una cooperativa sin ánimo de lucro para la implantación de un huerto solar comunitario de 60 kilovatios capaz de abastecer a una veintena de familias, los edificios municipales y un vivero.

El camino ha sido largo: se constituyeron como cooperativa en el año 2021, pero no ha sido hasta abril de 2023 cuando consiguieron conectarse a la red y, con ello, poder autoconsumir energía y verter los excedentes a la red. En Aragón, son muchas las localidades y entidades que han anunciado su intención de poner en marcha proyectos similares: en Teruel, Gea de Albarracín (434 habitantes) o Mora de Rubielos (1.569 habitantes); en la provincia de Zaragoza, Urriés (49 habitantes), la Almunia de Doña Godina (7.943 habitantes), o Daroca (1.921 habitantes); o en Huesca, Escarrilla (209 habitantes), Ansó (406 habitantes) o Jasa (105 habitantes) son algunos ejemplos.

Por el momento, Luco ha sido la única en conseguirlo gracias al tesón de sus promotores: Carlos Aríñez, María Navarro, Carlos Martín y Víctor Cañizares. Ahora, tras haber conseguido este hito, los turolenses quieren contribuir y allanar el camino a otras entidades y para ello han fundado la cooperativa Optimener que ofrece asesoramiento en la materia.

Luco Energía, un modelo a seguir

Los beneficios medioambientales y económicos que supone la creación de una comunidad energética son indudables. Por eso, puede sorprender que en uno de los países con más sol de Europa este modelo apenas tenga implantación. Entre los motivos, el económico es un importante freno. En Luco, la inversión inicial para crear su huerto solar capaz de abastecer a una treintena de vecinos ha sido de 80.000 euros. “Hemos tenido distintas lineas de financiación: Fondos Feader, Next Generation, IDAE, otra línea del Gobierno de Aragón para cooperativas de nueva creación, crowfounding, crowlending... pero al final la base de la financiación ha sido de los vecinos”, explica Carlos Aríñez, que demuestra un optimismo envidiable. “De todas esas subvenciones solo hemos cobrado una, la de los Fondos Feader que son unos 8.000 euros. Estamos pendientes de que nos paguen la de fondos Next Generation, pero llevan estudiando la justificación desde el mes de junio”, relata.

Para Aríñez, sin embargo, la financiación no ha sido el peor obstáculo al que han tenido que enfrentarse, sino las trabas administrativas para conseguir las licencias y los permisos para poner el proyecto en funcionamiento. Solo con el 'papeleo', los impulsores de Luco Energía perdieron un año, pero después, las negociaciones y trámites con Endesa para conectar su huerto solar a la red se demoraron otro año. “Uno de los principales problemas es la cantidad de veces que te piden la misma documentación. Es la misma, pero ahora te dicen que está mal y dentro de tres meses te dicen que está bien”, explica el ahora impulsor de Optimener, que sabe que son muchas las localidades que están ahora en su misma tesitura. “Nadie se pone en marcha. Los plazos de los proyectos que hay subvencionados han tenido que prorrogarse porque nadie lo está consiguiendo en el plazo determinado por las administraciones. La Administración no permite llegar a los plazos marcados”, lamenta. Y aunque “las comercializadoras y distribuidoras se están teniendo que poner al día, el cambio todavía es incipiente...veremos a ver”, cuestiona.

"Los plazos de los proyectos que hay subvencionados han tenido que prorrogarse porque nadie lo está consiguiendo en el plazo determinado por las administraciones"

Futuro verde

Superada la larga carrera de obstáculos, el futuro y el presente ilusiona a los socios de la cooperativa Luco Energía. A los 27 iniciales ya se han sumado dos más y el ahorro en la factura energética está entorno al 50%. “La gente está bastante contenta con la experiencia del autoconsumo, muchos no se lo creían”, cuenta ilusionado Carlos Aríñez. Gracias al beneficio obtenido por la venta de la energía que no consumen, van a poder desarrollar interesantes proyectos para la localidad: “estamos acometiendo la reforma del antiguo pajar, que es de nuestra propiedad y está junto a la era donde tenemos las placas solares. El objetivo es que esa sea nuestra sede social, la de Luco Energía. También queremos hacer un centro de interpretación de la energía y un punto de recarga para vehículos eléctricos”, detalla, aunque la iniciativa más avanzada hasta el momento es la creación de un software de monitorización para que cada vecino pueda consultar en su móvil la información sobre la generación y consumo de energía. Con ello, además de aportar transparencia al funcionamiento de la comunidad energética, los usuarios podrán optimizar sus hábitos de consumo.

 “Ahora vamos un poco a ciegas, en función del día que tenemos. La gente aprovecha para consumir energía con el sol, a poner lavadoras, cocinar o usar el horno eléctrico. Los días nublados hay que intentar tener un consumo menor”, explica Aríñez.

En cuanto a su nueva empresa, Optimener -acrónimo de óptima energía- acaba de estrenar página web y muy pronto contará con su primer éxito en cartera: la puesta en marcha de la segunda comunidad energética de Aragón en Monforte de Moyuela (Teruel, 75 habitantes). En ese caso el modelo será distinto al de Luco, ya que es el Ayuntamiento el que promueve la iniciativa. También será un proyecto de mayor envergadura, con 71 contadores y una producción de 70 kilovatios. Otras localidades que ya se han puesto en manos de Optimener son los de Layana (Zaragoza, 96 habitantes), Mozota (Zaragoza, 123 habitantes), Torre los Negros (Teruel, 81 habitantes) o Cella (Teruel, 2.611 habitantes).

El caso de Luco Energía es un faro de esperanza y un ejemplo a seguir en el camino hacia un futuro más sostenible y próspero para las comunidades rurales de Aragón. Su apuesta decidida por la energía comunitaria, junto con su tenacidad para superar obstáculos burocráticos, demuestra que las soluciones locales pueden tener un impacto global.

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