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Restauran en Calamocha un lavadero de lana del siglo XVII
Fue construido en 1646 y se encontraba en la lista roja de Patrimonio
Un lavadero de lana del S. XVII de Teruel entró en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra en octubre de 2012 porque mostraba un deterioro progresivo, peligro de hundimientos, expolio, pérdida de dibujos y grafitis.
Ahora, ocho años después, y gracias a la labor
conjunta entre la Fundación San Roque y el Ayuntamiento de Calamocha, se han
llevado a cabo las obras de recuperación del lavadero de lana del Jiloca, en
Calamocha (Teruel), por lo que ha pasado a la Lista Verde del Patrimonio al
desaparecer el riesgo que presentaban tras haber sido intervenidos.
Se ha procedido a limpiar el solar, consolidar los
restos deteriorados y realizar una cubrición de la parte hidráulica del patio
de lavado. Esta cubrición mediante un tejado respeta el aspecto original del
edificio (que también estaba cubierto) y permite mejorar la conservación de las
pilas y losas de sillería. El próximo año se va a restaurar la canalización del
agua y la noria. Actualmente puede ser visitado.
Construido por
Juan Colás y Antonio de Alfaro en el año 1646
Este lavadero de lana es uno de los pocos que quedan
en Aragón. Fue construido por Juan Colás y Antonio de Alfaro en el año 1646 por
encargo del Concejo y utilizado para depurar las lanas que, procedentes de las
sierras de Albarracín y del Jiloca, se comercializaban hacia el norte.
Posteriormente, en el primer tercio del siglo XVIII, se amplió instalando una
gran noria para elevar las aguas del río Jiloca.
Ha estado en funcionamiento hasta finales del siglo
XIX. Se encuentra cerca del puente romano de Calamocha, declarado BIC, y junto
al río Jiloca. El valle del Jiloca fue un importante centro del comercio lanero
en la zona. En estas instalaciones se limpiaba la lana de impurezas, después
del esquileo, por el sistema de escaldado para el que se utilizaban grandes
pozas de sillería. Luego se aclaraba en un canal de lavado y se dejaba escurrir
y secar al sol. Este proceso permitía reducir el volumen de la lana y así
poderla enviar con más facilidad al resto de España y Europa.
Acogían en un patio central todas las tareas
relacionadas con la limpieza del producto (calderas, tinas, escurrideros,
etc.). De este patrimonio industrial apenas se conserva el patio de lavado, con
cinco pilas de piedra, los muros que servían de soporte a una noria que
abastecía de agua a la caldera, y las ruinas de las viviendas que cobijaban a
los mercaderes. Tiene pinturas y grafitis con marcas de lana. En el interior
del conjunto existía una ermita.
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